Escuché hablar cientos de veces del Gran Café Tortoni, uno de los bares notables de Buenos Aires más destacados y el más antiguo de la ciudad y por fin decidió hacer una visita, inspirada por los cientos de comentarios en redes sociales.
Al llegar, me llamó mucho la atención ver a tantas personas formar fila para entrar, la mitad de ellos eran extranjeros. Un hombre calvo intentaba sacar una foto al cartel con el nombre del lugar, mientras dos mujeres mantenían una conversación en inglés. El Gran Café Tortoni constituye una atracción turística en sí misma.
Abró sus puertas en 1858 y hasta la década de 1890 funcionó en Rivadavia 832. Con la apertura de Avenida de Mayo en 1894, fue el primero en estrenarla. Hoy se ubica en Avenida de Mayo 825.
Al nombre lo elegió su fundador, Monsieur Jean Touan, y surgió en homenaje al Café Tortoni de París, punto de encuentro de artistas e intelectuales. Su fachada, obra del arquitecto noruego Alejandro Christophersen se diseñó en 1888. Tardó 6 años en terminarla.
Un viaje en la máquina del tiempo
Fue el primer café en poner mesas y sillas en la calle. Ingresar a sus instalaciones es como realizar un viaje en una máquina del tiempo. Sillas de cuero y mesas de mármol son las protagonistas absolutas.
Algo que se puede observar en su salón principal es una gran cantidad de vitrinas, entre las cuales se destacan premios y menciones, fotografías de diversas personalidades y hasta una imagen del Papa Francisco junto a los gerentes del lugar.
En aquella época, si bien los hombres podían ir acompañados de sus esposas, a las mujeres se les prohibía acceder a ese sector. Una de las precursoras en hacerlo, fue la escritora argentina Alfonsina Storni, quien tiene allí un recinto con su nombre que hoy en día se utiliza para eventos.
Otras salas que también se pueden encontrar son la “Eladia Blázquez” en la que se lleva a cabo presentaciones de libros y charlas, “César tiempo”, que funcionó como una peluquería y que en la actualidad exhibe documentación histórica y la sala “Quinquela Martin ” también conocida como “La Bodega” con sus paredes de ladrillos donde se realizan espectáculos culturales y de tango.
Fotografía Ayelén Reales
En los primeros años del siglo XX lo frecuentaron periodistas, músicos, pintores y escritores quienes conformaron parte de la Agrupación de Gente de Artes y Letras, encabezada por Benito Quinquela Martín.
Un clásico del Café Tortoni es el chocolate caliente con churros que goza de una gran popularidad, así que no podía dejar de probarlo.
Fotografía Ayelén Reales
Por este café histórico pasaron grandes artistas de todo el mundo como Carlos Gardel quien tenía una mesa reservada lejos de la vista del público. Según cuentan solía ocupar el costado derecho entrando por Rivadavia.
Algo muy peculiar son las esculturas en tamaño real de Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni y Carlos Gardel en torno a una mesa, en un rincón, obra del escultor Gustavo Fernández, que contó con el apoyo de Art Saint Michel, con sede en París.
Fotografía Ayelén Reales
Entre 1926 y 1943 funcionó allí “La Peña literaria del Café Tortoni”, frecuentada por figuras ilustres como Roberto Arlt, Marcelo Torcuato de Alvear y hasta Albert Einstein. Allí se organizaban conferencias, concursos literarios y debates.
Años después,hacia 1962 se formó una nueva peña mucho más informal compuesta por un grupo de jóvenes escritores. De estos encuentros nacieron revistas como “El grillo de papel”, “El Ornitorrinco” y “El escarabajo de oro”.
Hoy en día el Café Tortoni forma parte de la lista de Bares Notables que se muestran en la página web oficial del ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires y es sin duda un café histórico que vale la pena visitar.